¡Nuevo capítulo de nuestra nueva sección! Cuyo objetivo es dar visibilidad, a los jugadores y jugadoras formados en la cantera del CD Alcázar que continuan disfrutando del baloncesto en diferentes partes del mundo. Esta semana... ¡nos desplazamos hasta Suecia! Concretamente, a Helsinborg, ciudad sueca (de poco más de 97.000 habitantes) más cercana a Dinamarca, donde desde hace dos temporadas vive (¡y entrena!) Xavi Mascaró.
La de Xavi, es una historia de pasión y amor por el baloncesto. Todo empezó cuando, con cinco años, su padre le llevo un día a entrenar al antiguo Padre Petrus. "Era muy pequeño, no había jugado nunca antes pero (recuerdo que me entrenaba Miriam Rollán) me encantó desde el primer día". Había probado otros deportes, pero ninguno como el baloncesto. "Después, pasé por todas las categorías del club, así que además de muy buenos recuerdos pude acumular experiencias de todo tipo: Campeonatos de Menorca, de Baleares, Interislas... 'Pese' a todo eso, si de algo presume (después de formar parte de distintos equipos, en los que coincidió con muchos entrenadores), es de su grupo de amigos. "Aquel primer día, conocí a algunos amigos que todavía hoy conservo", recuerda. "Siempre hemos estado muy unidos, y de hecho, cada verano nos reunimos todos y todas. ¡Éramos (y aún hoy lo siguen siendo) como una familia!".
"Recuerdo que era mini de segundo año y aunque era muy pequeño, empezó a llamarme la atención entrenar", cuenta echando la vista atrás. "No sabía qué era ser entrenador, pero le pedí una pizarra a los Reyes Magos. ¡No sabía qué hacer con ella! Obviamente siendo Mini nadie me había explicado nada, pero yo la utilizaba". Ese verano, Xavi (¡con apenas 12 años!) compaginó los JJ.OO. de Londres, con las horas y horas que, día tras día ¡tras día! le dedicaba al baloncesto en el patio de su casa jugando con sus hermanos, algunos de los cuales (como Adrià, integrante del Premini) también formaron parte del CD Alcázar. "A Adrià, aunque un poquito menos que a mí", se ríe, ocurrente, "también le encanta el baloncesto, se lo pasa en grande".
Tres años más tarde, Xavi empezó a entrenar. Fue como entrenador ayudante del Mini "A" que dirigía Rafa Llopis. "No sabía qué hacer en los entrenamientos, ni qué decir, tampoco cómo hacer las cosas, pero a mí me gustaba mucho... así que fui aprendiendo todo cuanto podía". Tanto, que aquella misma temporada completó su formación (en cancha) aprobando los Cursos Nivel 0 y Nivel 1 de Entrenador. Rubén Pascual, entonces Director Técnico ("a quien siempre agradeceré haber confiado en mí"), le brindó la oportunidad de dirigir, con 17 años, su primer equipo. Fue un Cadete B ("un grupo complicado, al que convertimos en un equipo muy muy chulo"). Aquella temporada, su última como jugador, no estaba siendo nada fácil para Xavi, que ("por distintos motivos") no consiguió disfrutar dentro de la cancha lo que sí lo hizo desde los banquillos. La oportunidad de Rubén Pascual, y el apoyo en el día a día de Sebastià Garriga, a quienes confiesa tener mucho aprecio, hicieron que Xavi descubriese que su verdadera pasión (¡mucho más que jugar!) era entrenar.
Entonces se marchó a Barcelona, donde comenzó a estudiar INEF. Allí compaginó sus estudios con un Mini y un Cadete en el Grup Barna. "Entonces ya estaba loco por entrenar", recuerda. "Entrenaba cada día, veía entrenar a compañeros que formaban parte de la FCBQ... Fue un año increíble. Pude aprender mucho". Un (¿inoportuno?) cambio de horario en la Universidad, obligó a Xavi a cambiar de club para poder seguir ligado a su verdadera pasión. En su camino se cruzó el Club Bàsquet Sant Antoni, donde disfrutó (aunque como entrenador ayudante), de su primera experiencia Sénior. "¡Ganamos muchos partidos! Y ascendimos de categoría. ¡Fue la primera vez que ganaba una Liga!". Aquel verano, todo comenzó a coger velocidad de crucero. "Conocí a Tomás Jofresa, entrené con él a David y Gerard Jofresa, que entonces ya jugaban profesionalmente, y a Raul Timoner". Infinitas sesiones de tecnificación, a las que se sumó en alguna ocasión Agustí Sans, y donde conoció a Boris Balibrea, entrenador catalán, afincado en Suecia, que dirigía al Wetterbygden Stars, de la Svenska Basketligan. Entretanto, Xavi tuvo la oportunidad de volver a Grup Barna, donde entrenó un Infantil Interterritorial ("un equipo de jugadores muy inteligentes, que me 'exigieron' dar un paso adelante como entrenador"), al tiempo que dirigía el Junior Interterritorial y el Senior B del Bàsquet Club Tecla Sala. "Lo pasé en grande; tanto con el Junior, que jugaba (muy) bien a baloncesto, como con el Senior, que subió de categoría porque cuando el Covid-19 detuvo la temporada, íbamos segundos". La temporada, con los tres equipos, "fue brutal", confirma un Xavi... ¡cada vez más entusiasmado!
Y no era para menos. Pues aquel verano, tuvo la oportunidad de entrenar con Miquel Nolis, un histórico del baloncesto catalán, referente en la cantera del Club Joventut de Badalona, y con Ricard Casas (ex-entrenador del antiguo Vive Menorca), cuya trayectoria en ACB habla por sí sola: Ricoh Manresa, Pamesa Valencia, Vive Menorca, Baloncesto Valladolid, FCB, etc.). Un verano, en el que mantuvo contacto con Boris Balibrea, quien le ofreció la posibilidad de irse a entrenar a Suecia. Concretamente a Helsinborg, donde buscaban un entrenador español, que hiciese de entrenador ayudante en el primer equipo, y que entrenara a los más jóvenes. "¡Qué oportunidad! No me lo pensé", asegura. "Pensé que sería una decisión más difícil de tomar. Dejar 'atrás' (con 20 años) amigos, familia... Pero me gustaba tanto el baloncesto, que hice incluso una pequeña pausa en la Universidad". En España el Covid-19 estaba golpeando con fuerza pero en Suecia todo estaba más tranquilo. "Fui con la intención de aprender inglés, de conocer una cultura nueva... Empecé a entrenar un equipo de chicos de entre 11 y 13 años que no habían jugado nunca pero que no tardaron en fliparse con el baloncesto". Y aún hoy Xavi dirige este equipo (que entrena 4 días cada semana) con el que no puede ser más feliz.
Días después de su llegada a Helsinborg, el entrenador del primer equipo tuvo que abandonar inminentemente y la dirección deportiva del club apostó por Xavi. "Acepté el reto encantado", asegura. El equipo, recién descendido de la segunda división nacional, competía "¡con el único objetivo de volver a ascender!". Pero por motivos sanitarios, el equipo sólo pudo disputar un partido. Entonces la Federación Sueca decidió ampliar la competición, ofreciéndoles ascender. "La gente en Helsinborg estaba muy contenta conmigo, y me ofrecieron renovar", asegura Xavi. "Hemos formado un grupo muy chulo, hemos incorporado jugadores jóvenes suecos, que en esta competición es muy importante, y dos jugadores profesionales, que nos van a ayudar mucho". Un equipo muy joven, que a pesar del 'complicado' inicio de temporada (0-5), ahora mismo se encuentra en una dinámica extraordinaria (3-7). "Estoy aprendiendo mucho. Estoy encantado de poder entrenar a este nivel, con tan solo 22 años", reconoce. "El club confía mucho en mí". Tanto, que le está permitiendo vivir de entrenar baloncesto. "Increíble. Nunca pensé que pudiese llegar a hacerlo tan pronto. ¿Estoy aprendiendo baloncesto? Sí. Pero también muchas cosas (más) que tienen que ver con mi día a día fuera de la cancha". Quizás por eso no se atreve a decirnos, pese a cumplir su último año de contrato, dónde se ve entrenando la temporada que viene. "Creo que me quedaré en Helsinborg, por lo menos un curso más, pero si he de volver a España no tendría ningún problema", confiesa. "Acabaría INEF, e intentaría seguir ligado al baloncesto, pero tenemos un proyecto en marcha, y me encantaría poder seguir entrenando a este nivel, y seguir viviendo como entrenador". Un desafío, a la altura de una carrera tan vertiginosa como la de nuestro protagonista, cuyo amor (¡pasión!) por el baloncesto, le llevarán, a buen seguro, muchísimo más lejos aún.
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